Simplemente diálogos, que van tomando forma (de alguna forma) y terminan donde tienen que llegar. Diálogos con vida propia, que a veces corren, a veces se detienen a pensar, y a veces disparan balas y verdades. Radiografía de un mundo igual, pero visto de distinta manera.

viernes, 15 de julio de 2011

Retiro. situación imposible y naif con diálogo.



Recuerdo que por todos lados veía carteles de “Haciendo Buenos Aires”, y al lado de éstos calles rotas y escombros apilados. Aparentemente se utilizaba la metodología de Malcom Mc Claren “destruir para crear”. Cansado de esperar en un bar a quien no iba a venir decidí, empujado por un impulso inexplicable, ir a Retiro. Desde Belgrano son dos estaciones, 15 minutos. Lo sé, no es algo tan osado para llamarlo aventura, pero somos sólo transeúntes de ciudad y ya se extinguieron los dragones que nos arrastraban al heroísmo, ya no quedan princesas encerradas en castillos. Estaba resignado de tanto jueves con sol y sólo quería ver a la gente caminar, sentir el movimiento de cerca, corroborar que no era la única alma yendo hacia ningún lugar.

El tren venia llamativamente vacio. Casi en los 35 años que viaje en él lo hice parado. Ese día me senté y desde aquel momento no pude hacer más que sospechar.


Algo no anda bien”.


Llegamos a Lisandro de la Torre y el paisaje por la ventana, inalterable durante tantos años me pareció como una pintura extensa, producida para viajeros sin sentido como yo, alterada apenas con el correr de los caballos en el hipódromo.


Si tuviese diez años menos le hablaría a la chica sentada enfrente, pero no los tengo.”


Ella no miraba, pero sabía que la estaba viendo. Lo disfruta. Y para qué negarlo, yo también. La distancia es una linda butaca, la imposibilidad y la edad buenas bebidas para acompañar.

El tren se estremece. La chica se asusta. De repente se suspende en el aire y luego cae. Se frena. Algunos gritos. Muchos están en shock. La vieja al lado mío reza con los ojos cerrados. Mis sospechas no eran erradas. Algo no andaba bien.

Varados en el medio del camino, con las puertas cerradas y viendo venir lentamente los primeros síntomas de la querida claustrofobia pasamos entre 5 y 10 minutos esperando. Veíamos por la ventana a los empleados de TBA con cara de perplejidad paseándose de un lado al otro de la formación. El tren temblaba.

Abrí una de las ventanas con el martillito rojo de emergencia y me sentí la primer persona en la historia que lo haya usado para lo que fue diseñado. El cristal se rompió perfecto y salí afuera. Lo primero que hice fue dar una buena bocanada de aire.


"¿Qué pasó compañero?", Le pregunte a uno de los de uniforme.

No sabemos”.

Sí que sabemos”, dijo un viejo que lo acompañaba. “El tren se asustó”.


Pensé en quedarme al margen y no preguntar nada más. Tal vez mi cara era la de un boludo importante y no era cuestión de darle el gusto a extraños de hacer justicia regalándome respuestas proporcionales. El tren seguía temblando.


¿Qué va a estar asustado?” dijo el más joven.

Acá lo que debe pasar es que hay una falla eléctrica, o se debe haber cagado alguna válvula. Y estos pelotudos de la central no me contestan al Handy

¿Sabes que tenés razón?, está temblando”, le dije al viejo.

Claro”, contestó, y luego, haciendo gala de su edad, que muchas veces va de la mano con la experiencia, continuó: “Cuando era joven esto pasaba todo el tiempo. Después los desensibilizamos… pero éste, aparentemente, se nos rebeló. ¿No sentiste el salto que pegó?”.

”.

¡Tiene un cagazo madre!”, sentenció el viejo mientras se reía.

Ya lo apagamos y lo volvimos a encender y nada, no quiere arrancar”, decía el joven preocupado.

Así nunca lo vas a hacer andar”, contesto el viejo.

¿Y cómo resolvían estos problemas antes?”, me animé a preguntar.

Había varias formas. Lo usual era empujarlos, pero eran formaciones más chicas”.


Silencio. La gente dentro del tren permanecía estática, mezcla del miedo y de la perplejidad. Una nena le preguntó a la madre que pasaba y la adulta aplicó toda su sinceridad en la respuesta:

No lo sé, amor, no lo sé.


Y de pronto vi todo claro. Me acordé de la primera vez que me caí de la bicicleta, del dolor, de mis noches de insomnio por la oscuridad.


¿Y si lo abrazamos?

El viejo se quedó mirándome un rato.

Esa es buena, pero tenemos que ser más de tres, son varios vagones”.


Así que mientras el joven puteaba por que no le atendían el Handy, el viejo y yo hicimos bajar a la mayor cantidad de pasajeros. Los convencíamos diciéndoles que si no hacíamos esto íbamos a estar varados hasta la noche. A los más escépticos les dijimos que era parte de una campaña publicitaria y que después les iban a mandar un cheque. Cayeron como burros.

Fue un momento mágico. Cientos de desconocidos abrazando a un tren asustado. El temblor metálico fue disminuyendo al mismo tiempo que ganaba confianza, hasta que por fin el motor rugió. La nena seguía acariciando un vagón y decía:


no es nada, shh, ya pasó.


El viejo me dio una palmada en la espalda.


¿Vamos a retiro?”, me preguntó.

Vamos”.


Mientras subíamos se escuchó desde el Handy:


¡Gómez! ¿Donde mierda están? ¡Tendrían que haber llegado hace media hora!


Y Gómez, mientras se acomodaba en su silla y se preparaba a manejar, tiró el Handy por la ventana, a la mierda.

8 comentarios:

mflorencia dijo...

quise escribir el otro día y no me dejó.
el texto me dio escalofríos. muy muy muy bueno!

gracias.

diego dijo...

hey florencia! como que no te dejo?? ahora aleccionaré al sistema! jajajaja
gracias por pasarte y leer. mas aún por dejar tu comentario.
te mando un beso!
=)

Juan Ojeda dijo...

Copado el relato, eso que tenía los auriculares y casi me mata la música.

Muy bueno; la ternura es como oxigeno, sin dudas.

diego dijo...

concuerdo juan.
deberíamos darle a veces un poco más de protagonismo a lo naif.
gracias por pasarte y comentar!
un abrazo

mflorencia dijo...

jajaja tendría que haber abrazado al blog para que funcionara, pero creo que en la virtualidad los abrazos no existen, ¿o sí?

un abrazo!(jajaja)

diego dijo...

como que no existen???????
claro que si!

3 abrazos y un beso!
gracias por pasarte, leer y comentar. =)

Anónimo dijo...

hermoso, espero recordarlo y contarselo a Violeta!!

diego dijo...

=)
capa lo!
te hago copia despues =)