Simplemente diálogos, que van tomando forma (de alguna forma) y terminan donde tienen que llegar. Diálogos con vida propia, que a veces corren, a veces se detienen a pensar, y a veces disparan balas y verdades. Radiografía de un mundo igual, pero visto de distinta manera.

lunes, 11 de octubre de 2010

El Anarquito. Diáologo con un zorro.




Venía el Anarquito caminando por los prados que debiesen ser de todos pero que eran vicio de la propiedad privada y del clero. Freno a maldecir. Entonces apareció el zorro:


Z: ¡Buenos días!
A: ¡Buenos días! – (pero no veía a nadie)
Z: Estoy aquí, bajo el manzano
A: ¿Quién sos?
Z: ¡Qué bonito eres! Soy un zorro.
A: No soy bonito. Al menos no quiero serlo bajo una construcción burguesa de belleza. Ven a jugar a la revolución conmigo ¡estoy tan triste!
Z: No puedo jugar contigo, no estoy domesticado.
A: ¡Ah, ¿perdón!? (Pero después de una breve reflexión, añadió): -¿Qué querés decir con "domesticar"?
Z: No sos de por acá ¿no? ¿qué andás buscando?
A: Busco a los hombres libres ……. ¿"domesticar"?
Z: Los hombres tienen escopetas y cazan para comer o para vender en el libre mercado. ¡Es muy molesto! Más cuando no hay cambio… Pero también crían gallinas para luego venderlas por dinero y con eso intercambiar productos o servicios que ven en las publicidades y que “tal vez” no necesitan, todo regulado por un ente estatal. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
A: No. Busco compañeros. ¿Qué significa "domesticar"?
Z: Es una cosa ya olvidada, significa "crear lazos... "
A: -¿Crear vínculos? (¿células?, pensó)
Z: Efectivamente. Tú para mí todavía no eres más que un niño igual a otros cien mil niños. Y no te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
A: Comienzo a comprender. Hay una flor... creo que ella me ha... ¡o lo ha intentado la muy burguesa! Mas no lo logró!
Z: Es posible, en la Tierra se ve todo tipo de cosas.
A: ¡Oh, no es en la Tierra!
Z: ¿En otro planeta?
A: Sí. Pasando el puente Pueyrredon.
Z: ¿Hay cazadores en ese planeta?
A: No.
Z: ¿Y policías?
A: No.
Z: ¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
A: No.
Z: Nada es perfecto. Mi vida es monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Así es que me aburro un poco. Pero si tú me domesticas, mi vida se llenará de luz. Reconoceré el sonido de tus pasos que serán distintos de todos los demás. Los otros pasos harán que me esconda bajo la tierra. Los tuyos, en cambio, me harán salir de mi madriguera como una música ¡Mira! ¿Ves allá los trigales? Yo no como pan. Los trigales no significan nada para mí y eso es triste. Pero tú tienes los cabellos color de oro. Entonces, si me domesticas, será maravilloso, porque el trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y amaré el sonido del viento en el trigo ¡Por favor... domestícame!
A: Me encantaría, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que descubrir compañeros, hacer la revolución y conocer muchas otras cosas, como por ejemplo, la forma de convencer a esos compañeros de izquierda de que aunque nos dirijamos hacia el mismo lado, la dictadura de proletariado no sirve para nada y que al estar ellos expuestos en el poder, serán corrompidos, como ya ha pasado en la historia, a la hora de la revolución.
Z: Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres ya no se dan tiempo para conocer nada. Compran todo hecho en las tiendas o por internet. Pero como en las tiendas no venden amigos aún, los hombres ya no tienen amigos, solo relaciones parecidas a la amistad que se dan en un marco de clase. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
A: ¿Qué debo hacer?
Z: Debes tener mucha paciencia. Al principio te sentarás un poco lejos de mí, así, de esta manera, sobre la hierba. Te miraré de reojo y tú no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

El Anarquito volvió al día siguiente.

Z: Hubiera sido mejor que volvieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Y cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro ya estaré inquieto y preocupado; ¡y así, cuando llegues, descubriré el precio de la felicidad! Pero si llegas a cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
A: Ni vos ni nadie me da órdenes, si vine a esta hora es por algo ¿A que llamas un rito?
Z: Es también algo demasiado olvidado. Es lo que hace que un día sea distinto de otros días, una hora, distinta de otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Entonces el jueves para mí es un día maravilloso, porque puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento derrochando el poco dinero que tienen en son de conquistar materialmente a una fémina, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.

Así fue como el Anarquito entendió que era domesticar para el zorro y se negó rotundamente a hacerlo, ya que como le argumentó al canino, esa era en parte una forma de dominación, de imposición o contrato, donde él tendría más poder que el animal, y aunque sonase a un acto poético, el Anarquito no podía atentar contra la libertad de nadie, ya que ese sería su último fin sobre la tierra, no así la fomentación de la libertad entre todos los seres, su función primordial. Y cuando se fue acercando la hora de partir, el zorro dijo:

Z: ¡Ay… lloraré!
A: Es tu culpa. Yo no deseaba hacerte daño, pero tú quisiste que te domesticara, y no tuve más remedio que mostrarte la verdad. Todos somos libres.
Z: Por supuesto.
A: ¡Pero vas a llorar!
Z: Claro que sí, ahora que entendí, hasta que no seamos libres todos, lloraré, inevitablemente.
A: ¡Entonces no has ganado nada! Nada hacemos con llorar, debemos pelear por que eso suceda!
Z: Claro que sí. Gané el color del trigo y cuando lo vea, entenderé que la tierra es de todos y no de los “terratenientes” que explotan a los trabajadores para acumular capital. Ve a ver las rosas otra vez; comprenderás que la tuya no es única en el mundo, que hay miles, y más humildes, que algunas entenderán tu verdad y te ayudaran con la revolución. Luego vuelve para que me digas adiós y te regalaré un secreto.
El Anarquito va y vuelve.
A: acá estoy, ya organice un par de cuadrillas de rosas. Espero tu secreto compa.
Z: lo esencial es invisible a los ojos. La libertad existe, aunque no se vea.
A: ya lo sabía, y me gusta que vos también lo sepas.
Z: viva la revolución!
A:: viva!

1 comentario:

Tamara Medina dijo...

me parece que el anarquito nunca va a terminar de ser feliz...
crear lazos no significa atarse, y por esas cosas la gente se siente sola.
Pero si, lo esencial es invisible :)
(hasta que alguien lo ve!)