1: Pero, viste como somos los vampiros anónimos
nos llama la atención vernos fuera de los espejos
Le dijo el de dientes largos al colega
Bañados en luna llena, que es donde más les gusta frecuentar.
2: Sí, lo sé, es complicado verse parado
En el reflejo de las miradas
Contestó el interlocutor, aprobante
A la observación del otro inmortal
1:Que se le va a hacer, ¿ché?
Es la suerte que nos tocó
2: Es una buena suerte, diría yo,
comparada con otras tantas.
Y juntos remontaron los cielos, simplemente porque pueden volar
Y detectaron una víctima al unísono, y se decidieron a improvisar
3: ¿Quienes son Uds. y que pretenden de mí?
Anticipó el futuro muerto, a lo Isabel Sarlí.
1: Solo queremos alimentarnos, de tu sangre y de tu alma
2: Es nuestra naturaleza y son nuestros colmillos, quienes ello reclaman.
Entendió el mortal que su suerte estaba ya echada.
Sin embargo, atino a un último recurso, intentando alguna magia.
3: Nadie puede luchar contra la naturaleza, sería una causa errada
Mas les pido que detengan su violencia un mero instante ante una simple mirada.
Y el humano los miro fijo, a los ojos, sin pestañar
Y fue en ese momento donde los vampiros no tuvieron más opción que callar
(sus palabras y su hambre, que van de la mano, en la misma boca)
Pues en las retinas de ese ser enclenque, comparado con un inmortal
Vieron vida y vieron muerte, vieron el terror de la verdad
Se vieron a ellos mismos, fuera de los espejos, y decidieron desistir y volar.
En pocas palabras, escapar.
Ya en su hogar, que se encuentra en las alturas
Al primero de los succionadores de sangre se le dio por filosofar, de nuevo:
1: Y… viste como somos los vampiros anónimos
nos llama la atención vernos fuera de los espejos
Sin embargo, el otro calló.
Y con mirada pensativa dio su revelación momentos más tarde.
2: Creo que me voy a hacer vegetariano.
Malditos humanos,
con sus ojos vivos, más fuertes que los espejos.
Sin siquiera conocer lo eterno, ni saber volar,
Le sobra el poder de dejar a un vampiro perplejo.
Y miraron a la luna, porque, por esa noche, nada más les quedaba por hacer
salvo tener quizas lindos sueños, dónde la vida era más fácil, y ellos eran sus dueños.