Simplemente diálogos, que van tomando forma (de alguna forma) y terminan donde tienen que llegar. Diálogos con vida propia, que a veces corren, a veces se detienen a pensar, y a veces disparan balas y verdades. Radiografía de un mundo igual, pero visto de distinta manera.

domingo, 25 de julio de 2010

gran descripción (ultraextensa) + breves diálogos (veridicos), en son de crítica a la burocracia.




Me levante temprano, para variar. De todas formas lo venía planeando. Odio los tramites, pero a veces resulta imposible zigzaguearlos. Lo hacía por mi papá, que tanto me da sin pedir nada a cambio. Así que decidí llevarlo a cabo como un gesto de gratitud, y hasta de buena educación. Hacía mucho que no escuchaba el crujiente sonido del despertador.
Medio dormido puse música y me bañe. Me lave los dientes mientras me cambiaba. Llevé un pulóver por si las dudas. Las dudas fueron contraproducentes…
Un calor pesado me acompañaba mientras esperaba el tren, que no llegaba nunca, como solía pasarme las mañanas de facultad.
Viajar parado ya es una costumbre, por suerte existe la música compañera de viajantes.
Un vendedor ambulante, otro, un músico, otro que manguea. Varias estaciones. Gente que sube y menos gente que baja. Llegamos los que estábamos a Retiro. Embudo humano de gente agitada y sudada (me incluyo). Como si las baldosas fueran casilleros de un tablero de ajedrez, y todos peones dormidos caminando por costumbre e instinto (a esas horas la razón sigue un tanto dormida, a esas horas solemos ser mas humanos aunque no nos demos cuenta) nos movemos con pasos calculados para no chocarnos y milagrosamente la mayoría de las veces nos sale bien.
Al superar los molinetes todos nos alejamos sin extrañarnos ni desearnos suerte a cumplir con nuestros destinos particulares.
Usualmente camino, me gusta caminar escuchando música y mirando. Pero ese día quería terminar el tramite lo antes posible y volver a casa a hacer nada, así que tome el 152.
Voy al quiosco a comprar cigarrillos y sacar cambio en monedas para la maquina de boletos. Obviamente ningún quiosquero quiere “regalar” monedas. Entonces te dicen: no nene! No tengo monedas… me matas… Como si las monedas fueran el anillo y los quiosqueros Golum, se aferran a ellas. Imagino que cuando nadie los ve las cuentan, las acarician, las ven y les dicen: My precious…En fin, de alguna forma consigo algunas y me tomo el colectivo. Nada tengo contra los colectiveros de la línea 152, unos caballeros modernos. No sucede lo mismo, lamentablemente, con los del 59, a quienes odio.
Después de unos interminables minutos de un supuesto corto recorrido que se vio opacado por el congestionamiento que hace mucho no veía por correr la suerte de no tener que experimentar la capital a esas horas, llego a la parada. Camino unas cuadras y veo que la cola que me esperaba era larga, de todas formas contaba con eso.
Sigo escuchando música hasta que la pila se acaba. Pregunto a la gente de la cola, me cercioro de que los pasos que estoy llevando adelante son los correctos. Me afirman que así es y me tranquilizo. De todas formas, pienso por momentos que todo esta funcionando bien y que eso significa a su vez que algo va a salir mal.
La familia que está adelante esta compuesta por una madre joven pero de poca paciencia, dos nenas y un marido nómade, que de a ratos viene con caramelos para las chicas, o con una gaseosa, y que esta a cargo de hacer la inteligencia de cómo avanza o se estanca la cola. Nos movemos a una velocidad real de baldosa por minutos. Hace mucho calor. Saco un libro que tengo en la mochila y me pongo a leer parado. No es lo más recomendable pero es la mejor forma que tengo al alcance de engañar al tiempo y hacerle creer que la estoy pasando bien.
Termino realmente por pasarla bien, me leo 60 páginas, me adentro en el libro y el tiempo pasa sin que lo perciba. Entramos al edificio, lentamente. No hay una luz digna, así que decido no destruirme lo que me queda de vista en un par de páginas y me quedo simplemente viendo a la gente.
Un hombre se pone a hablar en voz alta con una de las (supongo) autoridades. Se queja por que recién le avisan (y me imagino que de casualidad), que su madre, una viejita a quien esta acompañando en esta aventura, por su edad tiene el derecho de saltear la cola. El hombre debe llevar más tiempo que yo en este vagón humano. Se queja. Lo miro. Lo compadezco en un punto, y después me compadezco a mí. Y a todos. Por que las cosas tienen que ser de esta forma, no digo difíciles, sino incomodas. De todas formas el día de hoy, por más adversidades que presente no viene tan mal. Hacia mucho que no vivía la mañana y hasta por momentos la disfrutaba. Estaba llevando a cabo mi derecho como un caballero. Le estaba retribuyendo en gesto a mi padre todo lo que hace por mí. Me estaba esforzando en algo, en busca de un resultado positivo. Me convertía paso a paso en un ciudadano correcto de la sociedad en la que me toco vivir.
Pasaron los minutos, aburridos. El hombre que se había quejado empezó a gritar y se fue repartiendo maldiciones a cada paso, llevando del brazo a su pobre madre que se notaba cansada.
Faltaba una persona para llegar. La había sido tan larga que antes del momento critico me ponía nervioso actuar. Era la hora de la verdad, el todo o nada. Antes de que pudiese
pasar un tipo se me coló. Después note que había dos colas paralelas, algo raro que nunca entendí. Mi turno. Un hombre pelado, resignado y olvidado me atendió.
Tenia todos los papeles: fotocopia del DNI y partida de nacimiento (sabia que eran esos por que había ido con anterioridad a la Policía y me había olvidado uno, cosa que me entere después de hacer media hora de cola). Me enfrente al empleado público después de una hora y 50 minutos de cola.

Diego: Buenos días (con una sonrisa amable que no ameritaba el momento, pero que por un simple hecho de cordialidad surgio de mi cara). Vengo a sacar la cedula.

Pelado: (Obviamente sin decir hola) ¿Venis a renovarla?

Diego: No, vengo a sacarla.

Pelado: ¿No la sacaste ya?

Diego: (sin perder la magia de la sonrisa pero acrecentando lentamente mi nivel de ira) No, sino te diría que la vengo a renovar.

Pelado: ¿Es la primera vez que sacas la cedula?

Diego: (ya sin sonrisa) Si…

Pelado: A ver… dame el DNI

Diego: Acá esta…

Se lo doy, como quien da un trabajo practico y espera aprobar. Sabiendo que la cosa está en orden, pero que quien quiere encontrar detalles y está empecinado en ellos siempre los va a encontrar. El empleado público lo mira, deteniéndose por momentos. El calor es sofocante, los murmullos de todos… Si fuese una película en este momento tendría un primer plano de mi cara, y gotas de sudor brillantes resbalando, cayendo al suelo y haciendo un sonido seco e incomodo. El pelado pone cara de reprobación, con un grado de perversión y sadismo. Me mira fijo.

Pelado: este DNI no sirve.

Diego: ¿Cómo que no sirve?

Pelado: Así, no sirve, esta arruinado (no recuerdo bien si dijo “hecho mierda” pero ante la duda prefiero no poner palabras en su boca que no fueron, aunque ahora que lo pienso… la duda me suele jugar en contra así que voy a hacer lo que quiero).

Repetición de secuencia:

Pelado: Este DNI esta hecho mierda.

Diego: Sí, lo se, no esta perfecto, pero cuando fui a votar me lo aceptaron y me lo sellaron. Entonces… si sirve para votar sirve para sacar la cedula.

Pelado: No sirve, tiene que estar en óptimas condiciones, andá, saca el DNI nuevo y volvé para sacar la cedula.

Diego: Pero justamente quiero sacar la cedula para tener un documento mientras saco el DNI. Si saco el DNI voy a estar 6 meses esperando a que me lo den y voy a estar sin ningún documento y si me para la policía no les puedo mostrar nada.

Pelado: Mira, la cosa es así, con el DNI así no podes sacar la cedula.

Diego: ¿me estas diciendo que hice la cola esta de dos horas para nada?

Pelado: Nosotros estamos acá para decir lo que sirve y lo que no. Vení la próxima y deja pasar a la gente.

Me quede atónito y entendí a la perfección al hombre que gritaba. Sentí la amalgama de su ADN con el mío. Sentí impotencia. Me fui lentamente. Cuando atine a darme vuelta para tratar de entender si lo que paso fue real ya otra persona ocupaba mi lugar. La gente de la cola me miraba mal y no entendía la razón, como si les hubiese hecho algo o hubiese tardado más de la cuenta en el trámite que nunca fue. El grito del hombre había sido un presagio. Mi instinto también me había alertado en algún momento, pero no le hice caso. Volví caminando ya de medio día por las calles de la capital, con calor y cansancio y el peso del no resultado. Solo podía pensar en todo lo que no le dije a ese personaje. En un momento hasta trate de empatizar con él. Pensé: no tiene la culpa… Pero no llegue al nivel necesario de empatía y compasión. Aunque sentí más lastima por mi mismo. Se me ocurrían frases enteras. Puteadas. Vueltas argumentativas. Venganzas. Escándalos. Pero las palabras no son nada si no salen para afuera. Y los momentos indicados son los que quedan entremedios de los otros momentos, y cuando se pierden ya no sirven para nada.
Llame a mi padre para contarle las malas nuevas pero el teléfono me andaba mal (y sigue funcionando igual) y las charlas se entrecortaban y nunca llegaba al clímax de desahogo.

Diego: Hola pa.

Pa: Hola Diego, ¿Cómo te fue? ¿Pudiste sacar la cedula?

Diego: No.

Pa: ¿Cómo que no? ¿Pero fuiste?
Diego: Si.

Pa: No te puede creer… y entonces?

Diego: Entonces nada, lo que usualmente me pasa, algo falló.

Pa: Pero que te faltaba?

Se corta la comunicación. Vuelvo a llamar. No llama. Apago y prendo el celular. Llamo de nuevo, me atiende el contestador, me debia estar llamando.

Pa: Hola! Que me decías? Que paso entonces?

Diego: Nada, tenía todo en orden, pero no me aceptaron el DNI.

Pa: ¿por que?

Diego: por que dicen que esta hecho mierda.

Pa: ¿quien lo dice?

Diego: un pelado de mierda, como el DNI.

Pa: ¿Y ahora?

Diego: y ahora tengo que sacar el DNI de nuevo, esperar una eternidad, y recién cuando lo tenga volver a intentar sacar la cedula. Te dije que no sirve esto. Odio el centro y los tramites. Odio darles sentido a los empleados públicos por medio de su trabajo.

Se corta la comunicación. Apago y prendo el celular. Espero. No llama, vuelvo a llamar. No atiende. Segundo después de cortar llama.

Pa: Hola! Decime entonces, ¿que vas a hacer?

Diego: dejare de votar, dejare de usar el DNI, si me paran les dare ese, si me dicen algo les diré que fui varias veces a sacar la cedula y que no me la quieren dar.

Pa: que lastima…

Diego: la verdad que si, una mañana desaprovechada, pero buen, no me quiero dar manija por que bastante nervioso estoy.

Pa: esta bien Dieguito, ¿volves a casa?

Diego: Si. Hablamos mas tarde. Beso.

Pa: Un beso, y tranquilo.

Camino, paso por el Luna Park. Tengo que sacar entradas para mi y una amiga. Es mi regalo de cumpleaños. Campo 140 pesos. Hago una cola que es un placer al lado de la que experimente hace horas. Llego a la ventanilla. Compruebo esa linda sensación antes de una compra, en la facultad la llaman experiencia de compra o satisfacción de compra.

Diego: 3 entradas para Bunbury campo por favor.

Cajera: Campo no me queda…

Diego: ¿Cómo que no?

Cajera: No, se agotaron, solo queda popular.

Diego: oh… bueno, ya vengo.

Llamo por teléfono, arreglo si comprar o no las entradas. Termina en que si. Hago de nuevo la cola y las compro. La experiencia de compra o la satisfacción me deja un gusto amargo.

Camino, veo un puesto de películas copiadas en el camino. Me freno a ver los títulos. Hay un par que me interesan, y el cine esta muy caro. Tengo la plata del que nunca fue y estimo nunca será, tramite mas la que me sobro de las entradas (las que saque eran mas baratas). Empiezo a elegir. La chica que atiende la alfombra en el piso me dice que 3 pelis por 2 pesos. Eligo. Quiero 4 pero resigno una por una cuestion de presupuesto. Le pago, no tiene cambio. Me dice que espere que ya me trae el vuelto. Y espero. 3 minutos, 5, no viene. A los 10 minutos vuelve con mis 5 pesos. Y pienso que el tiempo se pierde y no vuelve mas. Pero ya no me importa.

Llego a Retiro, saco un boleto y me vuelvo a casa.

Me compro un sanguche en el camino y me tiro en la cama a ver una de las pelis que compre. Termino y me voy corriendo al dentista, que tenía turno. Llego, toco el timbre dos veces. Sale el dentista y me dice que espere. Espero 10 minutos, me leo una nota de la viva sobre lo que le gusta leer a Clemente Cancela. Lo respeto al pibe, pero llega un punto en el que me pregunto que carajo me importa eso a mi, donde queda el punto de coneccion, y que la realidad es una pelotudez. Tendia mas sentido que pase un indu con una metralladora por la calle acribillando a quien se cruce por su camino que leer esta nota y estar en este lugar en este momento esperando la nada misma.
Me hace pasar al consultorio, me ve la boca fugazmente y me dice que me tengo que sacar una radiografia.

Diego: Mientras no me podria sacar alguna caries?

Dentista: Mejor tener la radiografia y hacemos bien todo.

Diego: decia para ganar un poco de tiempo…

Dentista: pero con la radiografia vemos y te las saco. Ademas hay que ver la muela de juicio esa… A, tenes que pagar 5 pesos del abono..

Diego: (silencio) …..(pienso en los 10 minutos que espere esos 5 pesos para darselos a este tipo que me miro la boca 10 segundos) Aca tiene.
Dentista: Bueno, cuando queres que nos veamos entonces?

Diego: y… saco la radiografia y vengo para aca. La semana que viene esta bien? A esta hora este dia? (y por el mismo baticanal?)

Dentista: Una hora mas tarde puede ser?

Diego: (Ya hinchado las pelotas de la vida y haciendome valer aunque sea algun grado. Si le gusta bien, sino ya no me importa). No puedo, tengo facultad. Si no se puede a esa hora no hay problema. Llamo después y arreglamos…

Dentista: (sabiendo que perdia a un cliente = paciente = dinero = justificación de existencia, el dinero y el paciente, = no cobrar de la obra social ni su bono contribución al chamullo) E… no no, esta bien, entonces quedamos asi, veni a esta hora. A, acordate que las caries salen 5 pesos con amalgama pero si queres que te queden blancas salen 60 pesos.

Diego: genial, gracias. Adios.

Dentista: hasta la semana que viene (intuyendo que no volveríamos a vernos).

Me voy hasta la avenida. Llevo mis cajitas de cigarrillos para canjearlos por chops. Otra promocion mas de otra marca de cigarrillos para mantener la fidelidad de sus clientes. La vida se volvio dinero, el dinero marketing. La gente consumidores. Los medicos comerciantes, los pacientes impacientes clientes. La burocracia siguió siempre igual pero peor. Llego a la estacion de servicio que es centro de canje a su vez.

Diego: Hola, vengo a canjear esto…

Cajera: A, si, pero mira, no tenemos chops, no llegaron todavía.

Diego: pero pase el viernes y me dijeron que el martes iban a tener…

Cajera: si, pero no tenemos, no trajeron. Venite el viernes.

Diego: pero… va a haber?

Cajera: No se….

Diego: Venite el viernes.

Diego: (silencio) ……..(se que la cajera no tiene la culpa, lo se, pero me cuesta contenerme, de todas formas, lo hago). Bueno, gracias.

Tengo el tiempo justo para llegar a la facultad. Como no tengo monedas me voy hasta la estación de tren. De camino compro una pila para escuchar música. Cuando estoy en el kiosco me doy cuenta de que a una cuadra esta el Registro Civil, que es la Meca de los DNI`s, así que opto por ir a averiguar sobre el tramite y demases. Llego a la puerta del Registro y leo un simpático cartel en la puerta, escrito de forma desprolija y a las corridas, en una hoja de cuaderno, que recitaba: EL PERSONAL DEL REGISTRO CIVIL SE ADHIERE AL PARO DE A.T.E.

No se que es A.T.E. ni me importa. Instintivamente saco de mi cuaderno de facultad una hoja y escribo delicadamente y disfrutando cada letra: EL PERSONAL DEL REGISTRO CIVIL SE PUEDE IR A LA PUTA MADRE QUE LOS PARIÓ y lo paso por debajo de la puerta.

Habiendo cumplido mi derecho vandálico que le corresponde a cualquier ciudadano en tales circunstancias, respiré profundamente, sonreí y por primera vez en el día me sientí en paz.


Al margen:
Tenía turno para el dentista pero se lo cancelé media hora antes.
Ahora salió un DNI que viene con cedula y sale 15 pesos.
Los chops los conseguí después todos de una.
Así que en cierta forma, la vida nos da grados de revancha o venganza. O al menos me gusta verlo desde ese punto.

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