Respire profundo.
Vuelva a respirar.
Permítase el diálogo.
Conserve sus verdades, pero no las crea absolutas.
Escuche.
Antes de contestar, siga escuchando.
Respire.
Empatice, sobre todo, empatice.
Entienda que quien le habla y le comenta su postura debe
tener fundamentos para compartirla con Ud.
Si cree que es el momento indicado, responda. Si titubea en
esa creencia, siga escuchando.
Escuche hasta que el otro interlocutor haya vaciado sus
palabras.
Escuche, hasta que le pidan una opinión.
Opine, solo si lo cree conveniente.
Opine, solo si tiene fundamentos.
Opine, solo si cree que su opinión servirá para sumarse a la
opinión anterior y construir un peldaño más para una idea superior.
Opine a sabiendas de que existe quizás la posibilidad de que
el otro interlocutor no esté llevando adelante este ejercicio.
Sea sintético en la traducción de sus ideas.
Sea honesto consigo mismo y con el otro interlocutor.
Piense sobre sus palabras, cuestiónese las mismas, y en el
caso de seguir creyendo lo que dice, afírmese en sus convicciones.
Recuerde algo fundamental: las palabras son solo palabras.
Pueden transmitir ideas y emociones, pero siguen siendo palabras.
Recuerde: a no todos le gusta lo mismo.
Recuerde: las apalabras del otro interlocutor tienen el
mismo valor que las suyas. No desmerezca otras ideas, pero no deje que otros
desmerezcan las suyas.
Finalice.
Respire y recuerde el siguiente ejercicio: intente controlar
sus emociones, y no que estas lo hagan con Ud. Quien logre hacer eso, estará
alcanzando una meta humana muy valiosa*
Escuche profundamente lo que el otro interlocutor vaya a
decirle (en el caso de que lo haga) sobre las palabras que acaba de emitir.
Piense sobre lo que se le acaba de decir (en el caso de que
se le haya dicho algo más).
Intente entender el por qué se le dijo lo que se le dijo.
Haga, al menos brevemente, un análisis situacional del
interlocutor para contextualizar la respuesta. Para alcanzar el objetivo, nunca
deje de empatizar.
Empatice, sobre todo, empatice.
Fundamente, sobre todo, fundamente.
Haga un balance de valoraciones; no uno polar de “bien o
mal”, sino uno cualitativo y general, dentro de la complejidad que el tema en
discusión tenga.
Si cree que hace falta agregar algo más desde su punto de
vista, hágalo.
Si lo hace, espere la respuesta de su interlocutor.
Vuelva a repetir el proceso de entendimiento,
contextualización y empatía, las veces que sean necesarias.
Respire profundo siempre que pueda.
No se quede con la última palabra.
Recuerde que Ud. no es dueño de la verdad absoluta, y que
solo existen millones de verdades parciales que hacen a un todo, y ahí reside
su “magia” gestaliana. Recuerde que su interlocutor tampoco es el dueño de la
verdad absoluta. Recuerde que de la suma de dos verdades, puede producirse,
quizás, la grata alquimia de una tercera que amalgama ambas y por ende la
convierte en superadora.
Piense sobre lo que se acaba de hablar.
Sienta lo que se acaba de hablar.
Permítase el derecho y el placer de, en el caso de entender
como enriquecedor lo que acaba de escuchar, incorporarlo a sus pensamientos.
En el caso de entender que no comparte los fundamentos de su
interlocutor por sobre los suyos, alégrese por haber tenido la oportunidad de
poder comparar sus ideas con otras.
Recuerde que Ud. gana siempre: si ideas externas amplían sus
pensamientos es Ud. más sabio; si sus ideas prevalecen sobre otras, ha hecho
crecer las mismas, afirmándolas.
Agradezca a su interlocutor por dedicarle la Ud. lo más
valioso que tiene, su tiempo.
Cuando haya pasado un tiempo prudencial, vuelva a pensar
sobre el diálogo. Deje decantar los pensamientos.
Respire.
Sume más fundamentos.
Repeat.
· +Se tratará en otro capítulo